22 ago 2013

Pacific Rim

PACIFIC RIM (Pacific Rim, USA 2013)
Director: Guillermo del Toro
Guión: Travis Beacham, Guillermo del Toro
Reparto: Charlie Hunnam, Idris Elba, Rinko Kikuchi, Charlie Day, Ron Perlman, Max Martini, Burn Gurman, Clifton Collins Jr, Santiago Segura
Duración: 131'


De pequeños a todos nos gusta coger a nuestros juguetes más grandes y hacerlos pelear mientras bufamos y soñamos tramas épicas y valerosas. Luego crecemos y tenemos dos opciones: la primera es dejar atrás ese niño fantasioso, como hacen los políticos o los hipsters; la segunda es guardarlo en un sitio calentito junto al corazón y sacarlo siempre que puedas y/o te dejan. Yo soy de esta segunda clase de gente, Guillermo del Toro también. Los dos somos frikis y estamos gordos pero mientras yo holgazaneo, el mexicano ha conseguido sacarle 200 millones de dólares americanos a los señores de la Warner (más de lo que les saco Christopher Nolan para El Caballero Oscuro) y ha convertido esa batalla juguetera infantil en Pacific Rim, un blockbuster con todas las letras.

Adoremos a Guillermo del Toro porque con él nada nos falta.

Los críticos, los gafapastas, las crepuscolocas, los cuñaos o las amas de casa odian Pacific Rim (o la odiarían si la vieran, porque la mayoría ni se habrán dignado a hacerlo). Es normal, pertenecen al primer grupo, a aquel que, como el Peter Pan de Hook [1], había decidido olvidar entre otras muchas cosas que robots gigantes a torta limpia contra monstruos gigantes es lo mejor del mundo... bueno, eso y un vaso calentito de leche con galletas. Pero da igual porque Del Toro ha hecho una película para él y para los que son (somos) como él. Y no defrauda. ¿Cómo podría hacerlo?

Basicamente lo que Del Toro y su guionista pergeñan es un Neon Genesis Evangelion sin toda la parafernalia metafisica y cristiano-freak del amigo Hideaki Anno, es decir, se quedan con la acción, el entretenimiento, el desfase. Lo que allí eran Evas y Ángeles aquí son Jaegers y Kaijus, los pilotos ahora se llaman Raleigh, Mako o Chuck en lugar de Shinji, Rei o Asuka y la figura paternal-intimidadora del profesor Ikari ahora lleva el bigotito y los andares de Idris Elba.

A todo esto Del Toro y Beacham van añadiéndole cosas que molan como si se tratara de un salmorejo: espadas gigantes, traficantes de órganos de monstruos, científicos locos, referencias a Aliens o Star Wars, Ron Perlman, discursos inspiracionales, partos monstruosos, Hong-Kong, el fondo del mar (matarile rile rile), la chica japonesa con los ojos más grandes de la que se tenga constancia, escena post-créditos totalmente badass, la deriva...

Y si este salmorejo se queda en "increíblemente bueno" en vez de en "obra maestra" se lo debemos a tres nombres propios. El primero es Charlie Hunnam, al que le falta todo el carisma del mundo para protagonizar una cinta como esta. El segundo es el de Ramin Djawadi, el compositor de Juego de Tronos y que, sorprendentemente, se marca unas partituras sosas, sin la fuerza requerida. El tercero y último es el de Zack Snyder y es que, después de la orgía de destrucción que es la parte final de El Hombre de Acero, ni siquiera robots y monstruos gigantes dándose de tollinas resulta todo lo impresionante que podría haber resultado.

En cualquier caso, estos pequeños fallos o defectos no impiden que estemos hablando del más satisfactorio de los blockbusters que llevamos este año y del film de culto más obvio que ha surgido desde Drive. Aún así la taquilla no está siendo muy benevolente [2] y seguramente no volvamos a ver a Jaegers y Kaijus en pantalla grande en mucho tiempo... aunque espero que si en otros medios como el cómic o, incluso, la televisión. De ilusión también se vive, ¿no?



Puntuación: 9 / 10

Un saludete, guap@s.

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[1] Reivindiquemos ya de una vez Hook, ¿no? 

[2] Obvio si volvemos a los dos primeros párrafos de este post.

1 comentario:

  1. Estoy totalmente de acuerdo contigo, me encantó esta película. Las dos horas que pasé en el cine se me pasaron volando y los monstruos son espectaculares. Sin contar la tensión por la acción . Yo recomiendo totalmente la película, siempre y cuando tengamos nuestro niño interior activado.

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